Monedas pa’ un despertador

Con los brazos alzados me sobra sangre en la cabeza…

Siento  una especie de nube antipsicótica que turba las ideas, las simplifica. Ahuma todo rastro de creatividad, emoción o intuición. Esas pequeñas psicosis que sí se consienten aunque habitualmente bajo sospecha. Como cuando un yonkie pide monedas para un despertador.

Si la hipótesi se confirma, se convierte en realidad, de lo contrario, este exceso especulativo es interpretado como «algo que no va bien».

Y es que pensar más allá de lo necesario, no se paga, pero sí se castiga. Seres despersonalizados despojados de la alternativa no sintética que les permita obviar lo tangible e indagar en lo ideal. El sufrimiento conceptual existe. El cansancio lógico también. Dejemos que el «sinsentido» forme parte de la definición de lo desconocido, dejemos que lo antagónico determine lo desconocido, defendamos lo excéntrico como motor de la evolución. Falta margen.

A menudo, la simpleza extendida me resulta ofensiva y monótona, pero es más sencillo anestesiar la trascendencia del brillante, del alí, para encumbrar aquellos carentes de habilidad metafísica.

La diversidad ideológica, la particularidad sentimental, la diferente percepción de los hechos, son vectores que construyen una realidad común, no necesariamente compartida, aunque sí complementaria. Rehuir la heterogénea induce al dogma, el juicio engendrado por la ignorancia y el miedo. Y parece que aceptar la complejidad angosta del » pêut étre » es una amenaza para comodidad simplista e inocente del inconsciente excelso, aquel que busca la verdad como un teatro estereotipado e impuesto, lejos de la contínua angustia del existencialista romántico.

Aunque duela;

Entiendo que terminaras con todo.

 

Eutimia

Mantener placer contínuo, desear no ver el final del día para seguir sintiendo la mano de Diós en el alma. Saber conscientemente que después de algo placentero llega la tortura y, aun así , apostar por ella como si fuera lo único… lo único.

Fuera de la rutina hedónica y, relativamente cerca del hipotimia, se presenta la cruel eutimia. Toda la vida persiguiéndola para caer en la decepción al conseguirla. De la ironía por lo deseado a la contrariedad subjetiva al obtenerlo. No hay vuelta atrás, el término lo define todo pese a la incredulidad basada en narcisismo.

Difícil de aceptar, pero más difícil de ver. Aquello que caracteriza el ser y engrandece el ánimo, no es más que otra fluctuación. Siento como la genialidad desaparece por culpa de los términos clínicos. Las tildes objetivas del intríngulis humano. Las etiquetas de aquello fuera del estándar…

Entre vino y quesos, me viene a la mente la consideración de aquél que etiqueta. Un «igual »  a quién le pertenece el honor de determinar si encajas o no.  Un «igual» que cree saber qué aspectos determinan la cordura, aunque nunca haya vivido en sus carnes nada parecido a lo contrario.

Agradezco el don de la especificación puesto que facilita el trabajo de estos loqueros sobreestimados. Y aunque lo lamento, sigo poniendo en duda su capacidad, tanto para comprenderme, como para leer entre líneas aquello que mi psique prefiere esconder.

Los delirios de grandeza, son una parte importante en el proceso puesto que la sensación de condescendencia es proporcional a la hipomanía. Antagónicamente, durante la manía prevalece la incredulidad y la subestima ajena.

La confianza en el criterio se desvanece cuando la depresión condiciona, y vuelta al inicio, y vuelta al inicio…

 

Empatía tremebunda

Yo nunca lo haría. Menuda sarta de mentiras.

En un momento dado, todo cambia y sin darte cuenta estás haciendo aquello que siempre creíste deleznable. Si se tuviera que describir de cara al juicio se caería en el tópico estandarizado por la moral, por lo que es más bonito imaginarlo que detallarlo.

Aquello que, a priori, parece grotesco dada nuestra ética o moral, puede no ser tan complejo y estar más cerca de lo que uno tiende a creer. El juicio radical puede albergar mil y un argumentos aunque, sin una experiencia similar, es imposible de comprender.

No defiendo atrocidades, solo me cargo de una empatía tremebunda y una reflexión extrema que profundiza sobre lo se que acontece diariamente. Cada gesto revela la auténtica verdad y solo depende de uno aceptarla o seguir viviendo en la ignorancia. Creo en una unión más allá de la raza humana y creo también que cada uno de nosotros sería capaz de entender la posición del otro si viviera en circunstancias similares, aunque no compartieran pareceres. La personalidad es determinante hasta un punto. No olvidemos que, al fin y al cabo, estamos hechos del mismo material, por lo que dejar de creer en la inescrutable individualidad suele ser lo más inteligente.

¿Lo de nunca digas nunca? Un poco en esta línea, amigo.

Terminar la fiesta merendando

Comer techo no se ha vivido nunca tan verazmente como dentro de mi cabeza. Solo la expresión es una bofetada delirante de realismo, encarnación del malestar. Una metáfora cruda del momento de reflexión máxima.

Calor en las piernas, pies helados buscando un pliegue basto en el que refugiarse del nervio… Cuando el roce llega a la estructura, baja la sangre y calma la velocidad. Dejando paso a ese punto casi meta-anfetamínico que, por fin, ensombrece los ojos y apaga el pensar.

Lo sé, no sé qué es el fin. Me gusta terminar la fiesta merendando.

Verdad omisa

Escucho las cuerdas y creo que todo es tal y como lo veo . Sueño con la terrenalidad absoluta mientras el humo tiñe las cortinas. Sin el sentido del misticismo o del idealismo radical no habría quebraderos que amedrentar.

Espalda en el suelo , el pelo contra el polvo y la verdad representada como un hecho, propiedad de cada uno. Entrar en la discusión sobre la verdad no es algo agradable por lo que admito, de entrada, que la verdad deja de serlo si el emisor conoce la percepción o traducción del receptor respecto al contenido verbalizado.

La omisión de detalles puede conformar una realidad completamente distinta a la verdad de hechos si estos detalles se omiten con la coherencia y frivolidad de alguien calculador que conoce el receptor y que busca un escudo en el que refugiarse ante el :

Me mentiste.

Entramos en la privacidad entonces. Que es lícita, pero también es por lo que creo que más de un@ debería tomar clases sobre omisión de información para evitar que el resto pensara:

 -¿Creerá que soy imbécil?

Me atormenta no poder definir el objetivo de la privacidad sin escribir sobre el miedo al juicio. Además, oigo en privacidad una tilde en representación de la inseguridad moral demasiado aguda para la palabra en sí. Y aquí mi pregunta;  ¿Existiría la privacidad como la conocemos sin intereses ni juicios ajenos?

 

 

 

No eres tan especial

Disponible insuficiente. Ojos incrédulos. Pantalla parpadeante. Saliva abajo. Rabia dentro. Desquicio y prepotencia ante la atracción del placer negada por un infortunio, negada por destino, supongo por autoconvencimiento.

La lucha contínua no tiene sentido si se olvida el objeto de deseo con ligereza.

Resulta demasiado complejo tener en las manos el poder de contradecirse a uno mismo y, a la vez, poder verlo. Aún hoy, creo en un punto en común dentro de toda consciencia pluripersonal, aunque se represente mediante polos, de manera general, opuestos. La convergencia que favorece a la voluntad o deseo primario en ambas direcciones, es decir , el interés único, esencial.

Intento imaginar las palabras con una espécie de dibujo atado, una imagen que no es más que la apariencia o sensación que transmite paralelamente a su significado.

La palabra deseo evoca, curiosamente, dos dibujos antagónicos, de la misma forma que la palabra placer. Interesante. Me gustaría suponer que se trata de la percepción de ambos conceptos a nivel cultural aunque, de nuevo, pienso que no es así.

Hay en todo ser una fuerza inmensa más allá de la típica distinción , instinto/razón. Seres con razones contrapuestas pero válidas, sentidas con la misma intensidad por ese punto convergente. La contradicción natural, el individualismo subyacente a parte del instinto.

Y aquí viene ; la evolución juega , a menudo, en contra de nuestros intereses. La relevancia del apego sentimental sobreponiéndose a la lógica evolutiva, por ejemplo. Los intereses económicos o sociales trazando una nueva definición de evolución. No es de extrañar que el individualismo haya hecho mella en nuestro sentido de comunidad.

Dada mi edad, me atrevo a decir que el individualismo ha sido la maldita leche que hemos tragado , como yo, miles de jóvenes, carne de cañón, por supuesto. Me atrevo, también, a vaticinar que este individualismo exacerbado nos llevará a la «polaridad única», a la contradicción natural a la que nos hemos querido forzado durante años por establecernos como indivíduos diferenciales.

Qué pena que todo este narcisismo no sea un rasgo positivo de la evolución sino otra absurda variable más en la que basar el sentido de la vida.

No eres tan especial.

Caos por definición, padre por accidente

Alabar de nuevo al ser más caótico que jamás he conocido y a la vez el más heróico. Me cuesta entender su figura sin ser un líder nato, sin ser un creador iluminado.

Supongo que el contexto basta cuando exponer cada una de sus virtudes queda corto para estimar su valía. De tez morena y ojos azabache, conquista sonrisas con dientes peleados. Lo logra, como todo, nada es imposible para él.

Rizos obsesivos y tirabuzones blancos y negros. La espalda ruda cuál alfa en celo. El culo de piedra y brazos de pilar. Pilar sustentador, literalmente.

Amante y practicante de la filosofía nietzscheana sin ser consciente. Siendo un superhombre, alegre y despreocupado, me otorgó la vida hace ya demasiadas lunas. «Siempre tienes que ir paso por delante». Recuerdo.

Nunca fuí tangible, por lo menos no de una manera contínua y, para ti, la rendición nunca fue una opción a contemplar, aunque la desdicha marcara los pasos, aun que la suerte mostrara la espalda. Muchos de tus buenos actos se traducían en disparates, y solo yo lo sabía ver. Sé que fue difícil.

Siempre he querido comprender cómo ir más allá, ser el privilegiado discípulo que pueda recibir la sabiduría y creatividad que imparte. Abrumadoramente grande e idílico el hecho, pues no hay manera de domar este alma maltrecha y libre para prepararla para la enseñanza. La constancia no es un punto fuerte, no la necesita. Viaja místicamente entre humores. Los más extremos. Aun así, en un polo u otro, irradia un talento tan heterogéneo como los lunares rojinegros que motean su espalda. El tiempo le ha tratado excepcionalmente, demasiado …

Por todo esto , hoy , puedo decir con firmeza que lo único que me satisface de esta ruín existencia es saber que soy parte de ti, padre.

La vergüenza tienta

Demasiado tarde para ver las luces en la lluvia del cristal,

parece nieve de colores golpeando el arcén gastado.

La ciudad nunca se ha visto tan viva como esta noche,

parece que las multitudes se aglomeran para el nuevo derroche.

Dinero, alcohol, sexo y anestesia,

y qué bonito trayecto en el taxi mientras la vergüenza tienta.

Hedonismo embotellado y flores de un paki solitario.

La luz se enciende y cae la cara, en pos de esta sombra en vano.

Qué más dará uno menos en la movida de la vida, si no eres tu hoy , tomorrow me matará la bebida.

😉

El tiempo del desconocido admirado

Me desespera el hecho de ver las reacciones en base a la implicación.

Es decir, siento que nadie leería aquello que uno vomita, si no existiera una especie de miedo a la » no reciprocidad » detrás.

Cuando un texto es de mi agrado, que no es sencillo, no pierdo el tiempo con el objetivo absurdo de promocionar mis propias ideas o textos… Si gusta, se sabe, no hay trampa.

Tal vez, basar la escritura en un desahogo puede no ser la salida adecuada, pero, desde luego, esperar el reconocimiento de desconocidos no va a suponer mejor terapia, ¿no?

Últimamente he leído artículos de adoración y,  antagónicamente incluso, trivialización sobre el arte de la escritura. Es preocupante, en ambos casos, la evidente falta de alma o personalidad en los textos. La escritura sin reflexión, llevada al simple agrado populista basado en clichés sobados a lo largo de la historia, no sólo en éste, sino en muchos otros artes.

De la misma manera que dudo de la efectividad del gobierno de los ignorantes, o más comúnmente llamado ; democracia … dudo de la honestidad en las calificaciones u opiniones conducidas a una relación cordial forzada en busca de un objetivo común.

La gratificación recíprocamente falsa:

  • Qué bien , me ha dado un like en esta publicación. Voy a darle yo otro . 
  • ¿Quién es , escribe bien?
  • Que va.
  • ….

La honestidad está infravalorada en un presente en el que manda la apariencia;

  • Prefiero tener muchos likes de quién no me importa que tener pocos pero honestos. 

Llegados al punto en el que la cantidad juzga la cualidad solo queda basarse en el criterio de uno mismo, puesto que la opinión pública parece hecha cada vez más a medida de aquellos que votan a tirano sin saber verlo.

Dios me libre de incongruencias como ésta, porque pocos aprecian el valor de quien pierde el tiempo por leer neuras ajenas. Y dada la ironía, después de esta verborrea, debo decir que me siento alagada diariamente por desconocidos , de quienes aprendo sin darme cuenta y por quienes , para mí, se ha vuelto un honor escribir y desnudarme ante el teclado.

No tengo ni puta idea de quién sois en realidad pero , mierda, joder, ¡ gracias @nomecreocasinada, @lucesysombras  y @cmcarro por dedicarme la atención! Hay que decir que vuestro tiempo ha despertado mi creatividad, después de años de letargo.

 

La culpa y su puta madre

Escribir para liberar el alma. Adjudicar a la razón un papel decisivo , necesario.

Cuando la realidad fáctica que rodea se relativiza por una mira ajena. Un punto de vista externo que juzga la verdad de las situaciones. Cómo puede algo ser tan ambiguo, y tan lícito para ambas partes a la vez. La razón no es el objeto final, ésta nunca podría evitar la subjetividad. Vergüenza tajante ante la posible equivocación además de pánico, dolor, decepción y soledad, mucha soledad. Necesaria, también , para ordenar motivos u argumentos en busca de un placebo que pueda mermar la conciencia y el continuo contradecir de uno mismo.

Nada es » así» o » asá». Ser no es nada, de hecho solo un influjo de ideas conformadas por la experiencia. Un conjunto de creencias y deseos que se imponen en nuestra voluntad expresiva al intercambiar argumentos.

Mucho rollo y en síntesis es una lucha de criterio contaminada por el nivel de percepción ad nominem respecto el «adversario». Ad nominem no por prestigio sino por firme moral que lamentablemente se admira , desde lejos, claro.

Los hechos, no gustan. Y la culpa es un hecho ineludible.